Ajo y vampiros
¿De dónde viene la idea de que el ajo repele o detiene un ataque de vampiros?
En sí, lo primero que se tiene que saber es que el ajo se ha usado como planta medicinal desde las antiguas culturas como la Egipcia, la China, la malaya o la filipina. En la mayoría de éstas culturas también se utilizaba el ajo como medida de protección contra todo tipo de demonios.
Un curioso caso es el de un cuento egipcio en donde se menciona al ajo como método contra un ser que absorbía el aliento de los niños.
En las regiones eslavas del sur y en Rumanía se colgaba un manojo de ellos en las puertas, ventanas o del cuello para alejar a los vampiros.
Ya he dicho que antiguamente no se clavaba directamente una estaca en el corazón de los posibles chupasangres, sino que se clavaba la cabeza contra el suelo y, en este caso, se le rodeaba el cuerpo con un collar de ajo. Con esto se prevenía que se levantasen de su tumba.
El origen de la aversión, por parte de los vampiros, hacia el ajo radica en dos cuestiones. Por un lado, todos tenemos claro que el olor del ajo es muy fuerte. Pues para los vampiros también, ya que tienen un olfato muy desarrollado.
Y, por otro lado, la idea de que esta planta tiene propiedades de curación y de limpieza de la sangre. Digamos que tiene poderes para purificarla.
Se puede identificar si alguien es un vampiro si éste se niega a comer dicho manjar. Me imagino la cantidad de personas que son vampiros hoy en día, jejeje.
Resulta interesante centrarnos en la literatura y desde cuándo tenemos este objeto como protección contra estos seres. Bram Stoker, conocedor de las costumbres del folclore eslavo, introdujo esta planta como prevención y repelente cuando el famoso cazavampiros Van Helsing se lo receta a Lucy Westenra.
A partir de ahí lo hemos visto asociado al mito y, de hecho, ha reemplazado al crucifijo como el elemento más famoso de protección contra los vampiros. Lo más probable que ésto sea por no tener connotaciones religiosas.
Una cuestión que acerca más el mito al consumo de ajo tiene que ver con la enfermedad de la porfiria. Esta afección impide a quienes la padecen exponerse al sol ya que pueden sufrir lesiones en la piel. También resulta que si consumen ajo podrían agravar los síntomas de esta enfermedad. Curioso, ¿no?
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