¿Qué tipos de Vampiros existen?

¿Quiénes son estos seres que tanto nos atraen? ¿Por qué nos generan repulsión a la vez que fascinación? ¿Por qué no entienden de modas? ¿Quiénes son? ¿Existen?

Muchas son las preguntas que se generan alrededor de este majestuoso ser inmortal, el vampiro. Un ser fascinante y a la vez perturbador e inquietante que nos genera pavor, estupor y muchas otras veces miedo.

Aquí quiero hablar de los tipos de vampiros que existen. Es imposible o casi imposible agrupar la larga trayectoria de estos seres, pero creo que puedo intentar englobarlos por ciertas características. El vampiro es un ser tan complejo como el propio ser humano y su vinculación es casi entera, están como fusionados el uno frente al otro. El humano en un lado del espejo y el vampiro en ese lado oscuro que no se ve, que no se refleja. Porque el vampiro lo que sí se tiene claro es su unión a nuestro mayor miedo, el miedo a la muerte. Los monstruos existen para paliar ese miedo inherente que lleva con nosotros desde el hombre primitivo. Ya en las primeras grandes civilizaciones se hablaba de estos seres, como dioses que viene a devorarnos o las propias personas muertas que resucitaban de sus tumbas para llevarse a niños o a chuparnos la sangre.

Para no liarnos voy a agrupar los tipos de vampiros, gracias a una maravillosa exposición a la cual tuve el placer de asistir, justo antes de que nos confinaran por culpa del Covid-19. Es una pena la cantidad de exposiciones y conferencias que se cancelaron a propósito de esta expo sobre vampiros en Caixa Forum, Madrid.

Exposición Caixa Forum

En esta exposición nos mostraban a los vampiros agrupados en tres categorías. Los vampiros históricos, los vampiros poéticos, eróticos y los más contemporáneos, los vampiros Pop.

Vamos a empezar por la categoría de los vampiros históricos. Lo primero es entender que el mito del vampiro se arraiga ya en la edad media, el la Europa central, pero es en las civilizaciones antiguas como la egipcia o la griega donde vemos los primeros vampiros.

En la edad media este rumor de vampiros que acechaban por las noches a los vivos nace en los cementerios de los países destrozados por las guerras y las pandemias, como la peste. Estos relatos de muertos vivientes proliferan durante todo el siglo XVIII, como por ejemplo con el tratado científico que hace sobre ello Augustín Calmet: «Tratado sobre vampiros», (1751).

Estas leyendas/mitos se cristalizaron y afianzaron en el siglo XIX, sobretodo en la literatura gótica con grandes clásicos como «El vampiro» (1819) de John William Polidori o «Carmilla» (1872) de Joseph Thomas Sheridan Le Fanu.

Pero la obra por antonomasia de la literatura vampírica es, sin duda, «Drácula» (1897) del escritor irlandés Bram Stocker. Amante del esoterismo y el ocultismo quedó fascinado por dos grandes figuras medievales, al igual que fascinantes como despiadadas. Por un lado tenemos a Vlad Dráculea y, por otro lado, la húngara Erzsébet Báthory, la llamada condesa sangrienta.

El personaje de Drácula resulta aterrador y atractivo a su vez. Dentro de sus atributos está la capacidad de transformarse en animales o de hipnotizar a sus víctimas, como con el pobre Remfield. Este conde que llega a Londres desde los Cárpatos es un anticristo extremadamente poderoso e inmortal, bueno casi inmortal, porque las únicas formas de poder acabar con él está en la decapitación o el empalamiento.

El conde Drácula es el mejor reflejo de las tensiones que se daban en el siglo XIX. Esa moral victoriana chocaba con los nuevos avances científicos, el malestar por la pobreza o los nuevos movimientos feministas como el llamada New Woman.

Ahora hablemos de los vampiros poéticos. Antes que nada hay que aclarar que la palabra vampiro viene del término Vamp, se clasificaba así a algunas estrellas de Hollywood de la década de 1910. Claros ejemplos están en la actriz Theda Bara (1885-1955) o del actor de origen húngaro, poseído casi por completo por el personaje, llevó el mito al extremo y existen muchos rumores sobre su vida fuera de la pantalla. Encarnó al conde Drácula en los escenarios de Broadway o en varias películas sobre él desde la década de los años 30 hasta la década de 1950 con «Kitsch» de Ed Wood.

Como ya he mencionado, el vampiro terminó de cuajar en el siglo XIX, en la literatura. En su poema épico «El Giaour, fragmento de un cuento turco» (813) del poeta Lord Byron hace alusión al mito del vampiro, figura llena de tragedia y condenada a beber sangre de sus seres queridos.

Muy en continuidad tenemos a los vampiros eróticos. Todos tenemos en la retina esa imagen del vampiro extremadamente sensual y sexual. Un ser lleno de líbido y la deprabación como es el caso de «Carmilla». También el conde Drácula es un ser atrayente y atractivo a la vez y los actores que se han puesto a sus pies no defraudan en lo más mínimo. Un claro ejemplo de ser enigmático y sensual es el actor Christopher Lee (1922-2015). encarna esa esencia del vampiro como un ser seductor por naturaleza.

En la década de los años 70 se degradó un poco la imagen del vampiro en los filmes más populares de esa época, donde se representaba a la mujer desde un punto de vista muy sexista. Una mezcla de parodia y de erotismo que lo único que lograron fue deteriorar la imagen y el aura del mito. Ejemplos como «Las vampiras» de Jesús Franco o «El ansia» de Tony Scott.

En 1992 Francis Ford Coppola logra recuperar la esencia erótica del mito con su magnífica película «Drácula», donde el erotismo está muy vinculado a la pasión. Una inquietante búsqueda continua del amor eterno.

En el mundo contemporáneo este mito se ha transformado y regenerado tanto en Halloween, juegos de rol, novelas gráficas, mangas o cómics, videojuegos o en series de televisión. En este último caso tenemos grandes ejemplos actuales como «True Blood» (2008-2014), donde el tema central radica en la controversia de la integración (mainstreaming) de estos bebedores de sangre con el resto de los humanos.

En cuanto a la novela, Anne Rice en 1976 demostró lo versátil de esta figura con su saga «Entrevista con un vampiro». Llevó al vampiro un paso más allá al poder expresarse en primera persona y buscando empatía con el lector ante sus miserias un tanto, digamos, humanas.

Otra saga más actual y también famosa sería «Crepúsculo» (2005-2008), aunque si nos queremos ir un poco más atrás en el tiempo tenemos a Buffy cazando vampiros o incluso, enamorándose de ellos. Cosas de la vida…

Un punto a parte, el cual se merece un post entero, lo podemos encontrar en los movimientos sociales que han surgido alrededor del mito. La llamada contracultura «Vampire Lifestyle«. Grupos sociales con inspiraciones de todos los ámbitos de la cultura moderna, como las propias novelas de Anne Rice, películas como «The Hunger» o «The lost Boys». También en la música con grupos como Bluetengel, 69 Eyes o Type of Negative.

El mundo de los vampiros es como el propio mito en sí, infinito e inmortal. Pueden pasar siglos y siglos y siempre se hablará de ellos. Puede cambiar la perspectiva que tenemos de ellos, pero esa esencia mística, hipnótica nos perseguirá siempre. Porque no hay nada que de más miedo que la propia muerte y todo lo que le rodea, como por ejemplo, los vampiros.

copyright (©) Urla Angela Poppe


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